Crisis demográfica, refugiados e innovación social
A pesar de la reciente pérdida de población debida a la crisis sanitaria del COVID-19, en los últimos 20 años España ha experimentado un crecimiento considerable, cercano al 15%. Sin embargo, esta cifra global enmascara una realidad de fuerte desequilibrio territorial y consecuencias muy negativas. Mientras el número total de habitantes en los grandes núcleos urbanos crece, actualmente tres de cada cuatro municipios rurales con menos de 5000 habitantes, pierden población. Esta doble velocidad de crecimiento en términos demográficos trae consigo importantes desigualdades en el acceso a servicios básicos, como la sanidad o la educación, a los que se suman los problemas medioambientales causados por el aumento de la huella ecológica y el abandono de ecosistemas productivos básicos. Esta realidad pone en riesgo la cohesión social, la vertebración territorial y nuestro modelo asumido de convivencia.
A esta problemática se le une la alta tasa de envejecimiento en un contexto afectado por una fuerte caída de la natalidad en los últimos años. Este conjunto de retos sociales y demográficos suponen una oportunidad para la innovación social a partir de la investigación y la colaboración con instituciones y comunidades.